En algún lugar en la zona alta de la Sierra Cebollera, en su vertiente soriana, a la altura a la que los pinos albares empiezan a escasear y a ser sustituidos por pinos negros, brezos y canchales de antiguos glaciares, se oía un septiembre más el bramido estremecedor de los venados reclamando su harén.
Esperábamos apostados entre los brezos, escuchando berrear desde diversos puntos a nuestro alrededor, observando distraídamente el tranquilo pastar de las yeguas, cuando apareció el ciervo caminando despacio, saliendo a los claros al atardecer.
Al principio se limitó a avanzar por el canchal, en un momento dado, a mitad del corte de vídeo, parece asustarse repentinamente de algo a su derecha y amaga con salir corriendo. De nuevo al paso, al final de la secuencia se le ve estirar el cuello y echar la cabeza hacia atrás para berrear en contestación a los bramidos de sus rivales.  
El sonido se escucha con un ligerísimo retardo respecto a la imagen, cosas del eco en las montañas.
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