Fresneda de la Sierra Tirón (Burgos), julio de 2009
Enseguida nos sumergimos en una fronda muy tupida y extraordinariamente diversa, con multitud de especies arbóreas representadas.

Predominan las hayas, con los hayucos en proceso de maduración para el otoño
Se puede ver salpicado algún valioso tejo, de los que contamos con escasos individuos en nuestras montañas, cada vez menos, por desgracia. Este es un árbol propio del bosque atlántico, que en nuestro país se refugia en las umbrías de las cordilleras, esencialmente en las septentrionales. Está muy relacionado con las culturas célticas, donde representa la eternidad, como hace el ciprés en las mediterráneas. Esa es la razón de que apareciera en plazas e iglesias de los pueblos del norte de España. La razón de que se le asocie a la eternidad es su gran longevidad, ya que se conocen numerosos ejemplares mayores de 800 años, e incluso algunos milenarios.
Olmos de montaña (Ulmus glabra),
Álamos temblones (Populus tremula),
Para terminar con esta lista, y como no podía ser de otra manera encontrándonos en un término conocido como Fresneda, los cauces de la zona se encuentran profusamente orlados por prominentes ejemplares de fresno. En concreto, en estas montañas la especie que abunda es la versión atlántica, Fraxinus excelsior.
En cierto punto de la ascensión abandonamos la pista forestal para internarnos en la fronda, sombría y fresca, lo que se agradece en plena canícula estival. Corren los arroyos haciendo pequeñas cascadas que aportan humedad al aire,
permitiendo el crecimiento de musgos y líquenes en abundancia, que se posan sobre las rocas resbaladizas.
Y así, podemos disfrutar de una vista del contorno completo del Pozo Negro, con esas aguas oscuras que le dan nombre, enmarcado en este imponente entorno montañoso.