El camino más franco para acceder a ella parte de Molinos de Razón (Soria), discurre por pistas forestales principales, entre masas de repoblación de pino albar, cruza el río Razoncillo…
…y conduce hasta la conocida explanada del Bercolar, un prado extenso cubierto por el brezo, donde pastan vacas y yeguas, y desde el cual obtenemos una visión diáfana de la parte central de la Sierra Cebollera.
Y lo hacen así en su momento de máximo esplendor, el otoño:
El lento caminar por estas pistas nos deja vistas magníficas, como el peñón del Alto de Cueva Mayor, sobresaliendo invernal y brumoso entre el verde de los pinos,
La mansa y venteada cumbre del pico Cebollera (2.142 m),
amén de los preciosos contrastes entre las ramas desnudas de los caducifolios y las vestidas de los pinos,
Pero no son los pinos los únicos árboles de hoja perenne que pueblan estas montañas, también los acebos aparecen salpicados en la masa forestal (para muestra el de la imagen siguiente, acosado por la nieve), así como enebros y algún que otro tejo.
En cuanto a las especies caducifolias, como comentábamos anteriormente, son hayas y robles (tanto robles rebollos como robles albares) quienes ejercen como especies principales, pero hay un sinfín de ejemplos de otras especies secundarias: serbales de cazadores, mostajos, maguillos, perales monteses, tilos, sauces, olmos de montaña, arces, abedules, como los que flanquean el camino en la siguiente imagen…. así como una gran variedad de arbustivas.
Todas estas especies vegetales conforman un paisaje de alta biodiversidad, que ofrece infinidad de soluciones alimenticias para la abundancia de insectos, aves y mamíferos que habitan estos lares. Sin embargo, el elemento central que hace posible esta explosión de diversidad, es el agua, que observamos en estas laderas derramarse por cada rincón:
A medida que ascendemos, es más grueso el manto blanco, como denotan las roderas sin fondo…
Como quiera que la nieve es el sustrato más propicio para la impresión de rastros, en las jornadas invernales los caminos de Cebollera se convierten en enciclopedias de la huella animal. Aparece por doquier el rastro del ciervo, omnipresente en estos montes:
Encontramos también el rastro de la simpática ardilla roja:
Nos tropezamos con un rastro que parece de perdiz, y nos preguntamos si pudiera haber sido impreso por la escasa y esquiva perdiz pardilla, de la que apenas unos pocos supervivientes pueden quedar en estas montañas:
Ya estamos cerca de la laguna glaciar de Cebollera, en el entorno de la cual habitan otros curiosos animales, representantes de una clase muy diferente a los hasta ahora citados. Dado que estos animalillos no están activos en invierno, hemos de trasladar la acción al otoño temprano. Se trata de los anfibios que hacen vida en las oxigenadas aguas de la alta montaña. Empezamos con el tritón jaspeado, precioso animal, que no suele habitar a grandes alturas, pero en el Ibérico Norte hace una excepción:
Los tritones jaspeados son muy lentos en tierra firme, de modo que, en otoño, cuando cruzan los caminos en busca de sus nidos de hibernación, resultan muchas veces aplastados por las ruedas de los vehículos que circulan por las pistas. Aprovechamos, pues, para hacer un llamamiento a las personas que conducen por estos lares, para que estén atentos a estas manchas verdosas que están en el suelo y traten de evitarlos, que no andamos sobrados de ellos.
Otro anfibio común en los alrededores de la laguna es el sapo partero:
Y, cómo no, la fotogénica ranita de San Antonio:
Y, por fin, y cambiando una vez más de estación (disculpad el mareo), iniciamos la parte final de la ascensión a la laguna glaciar, en pleno verano. Al fondo, aparecen las paredes escarpadas del circo glaciar,
En
sus alrededores, la vegetación arbórea comienza a dejar paso al pasto y
matorral de alta montaña, pues nos hallamos ya sobre los 1.800 m. Sólo
el pino negro (Pinus uncinata) se encuentra cómodo a mayores alturas, y lo vemos representado a los lados del camino.
Al fin, la laguna de Cebollera
Proseguimos el ascenso hacia el Alto de Cueva Mayor, para apreciar la circunferencia entera del lago glaciar desde el plano cenital,
Y esto es lo que divisamos,
Con esto, damos por finalizado el reportaje, recomendando muy mucho la visita a esta zona de Soria, poco masificada y repleta de alicientes, al tiempo que pedimos a los visitantes que admiren y respeten tanto la magnífica natura que van a encontrar, como las actividades de las gentes que habitan la comarca, ya sean ganaderos, agricultores o cazadores, pues todos cabemos en este espacio, y todos queremos que siga perviviendo, y para ello es cosa fundamental que haya paisanos que puedan vivir en los pueblos, pues son, en esencia, quienes cuidan el monte. Un saludo a todos, nos encontramos en próximos reportajes,