Capítulo 4º: Ahoyado

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Marcados los puntos donde deberán ubicarse las plantas respondiendo a lo planteado en el plano, el siguiente paso es abrir los hoyos.
En una plantación extensa, con gran número de árboles a colocar, esta labor suele realizarse mediante un ahoyador o, más comúnmente en las plantaciones forestales, con una retroexcavadora. En el caso de pequeñas superficies, huertos en desuso, parcelitas marginales, terrenillos baldíos… como en el ejemplo que estamos mostrando, lo más barato y razonable, siempre que el suelo no presente compactación ni suelas de labor, es abrir los hoyos manualmente, ayudándonos de herramientas de labranza, con especial protagonismo para la pala franca. Conviene que el suelo esté en tempero, para que no se pegue y nos deje trabajar.
Las dimensiones de los hoyos, hablando de nogales autóctonos de 1 ó 2 savias, debieran ser, aproximadamente, de 60 cm de profundidad por 40 cm de anchura. Si fuera 1 metro de profundidad mejor, pero a mano eso es muy difícil. Aunque las raíces de las plantas de estas características no suelen tener aún mucho volumen, siempre es conveniente que se encuentren una buena cantidad de tierra mullida alrededor, para facilitar la expansión y penetración de las primeras raicillas nuevas que se vayan formando.
En terrenos de texturas ligeras a intermedias, y seleccionando una fecha en que el suelo esté en tempero, es razonable conseguir 50 ó 60 cm manualmente. En terrenos muy pesados, quizá no seamos capaces de profundizar más de 30 cm… En nuestra parcelita modelo, conseguimos alcanzar fácilmente los 40-50 cm mínimos para todos los casos, y mayores profundidades en algunos hoyos. En las zonas más próximas al arroyo, en el límite sur de la parcela, encontramos agua a 55 cm, que corresponde más o menos con la máxima altura freática anual promedio en esa parte del terreno, la más arcillosa y húmeda.
La labor se realiza en invierno, al menos 2 semanas antes de la fecha prevista para la plantación, para permitir que los hoyos se oreen.
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